Hechos 26:16
…Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar… (NVI)
…para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto… (RV60)
La visión que Pablo tuvo en el camino a Damasco no fue una emoción pasajera, sino que contenía instrucciones muy claras y categóricas para él. Pablo declara: «…no fui rebelde a la visión celestial» Hch 26:19.En realidad nuestro Señor le dijo: «Toda tu vida debe ser dominada o sometida por mí; no tendrás ningún fin, ninguna meta, ningún propósito, sino los míos». El Señor también nos dice a nosotros: «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis…» Jn 15:16.
Cuando hemos nacido de nuevo, si en alguna medida somos espirituales, todos nosotros tenemos visiones de lo que Jesús quiere que seamos. Entonces, es importante que yo aprenda a no ser rebelde a la visión celestial, a no dudar que se puede alcanzar. No es suficiente admitir mentalmente que Dios ha redimido al mundo y ni siquiera basta saber que el Espíritu Santo puede hacer realidad en mi vida todo lo que Jesús hizo. Debo tener el fundamento de una relación personal con Él. A Pablo no se le dio un mensaje o una doctrina que debía proclamar, sino que se le llevó a una relación personal viva y preponderante con Jesucristo. Hch 26:16 es apremiante en extremo: «… para ponerte por ministro y testigo…». Aquí no existe nada diferente a una relación personal. Pablo estaba consagrado a una persona, no a una causa. Él pertenecía totalmente a Jesucristo. No comprendía otra cosa ni vivía para nada más. «Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna, sino a Jesucristo y a este crucificado», 1Co 2:2.
Comentario
- siervo... según Pablo, Jesús le apareció para convertirlo en su siervo, jyperétes es la palabra que utiliza para clarificar el sentido. Estos ministros, como comunmente se traduce este vocablo, se consideraron ser subordinados auxiliaries, distintos de los esclavos porque para poder actuar de acuerdo al propósito de su amo, tenían que conocer y comprender sus intenciones.
- Es por esta identificación en el sentir verdadero, que el siervo de Dios necesita estar en una relación personal con Dios donde prepondera el propósito del Señor. Esto relega cualquier otro motivo personal, aun el más noble, a un lugar inferior. Entendamos que no podemos servir a Dios y a nosotros mismos al mismo tiempo.
- Si declaramos que Jesús ha entrado en nuestra vida como un día entró en la vida de Pablo, pero no comprendemos el «para qué», ciertamente es porque no hemos comprendido la respuesta a la primera pregunta que todo hombre debe plantearse: «¿Quién eres, Señor?» Una vez que la contestamos con el entendimiento del Espíritu, ya no hay la más minima duda sobre la pregunta que debe seguir: «¿Qué quieres que haga?»