¡Es el Señor!

Juan 20:28

—¡Mi Señor y mi Dios! —exclamó Tomás. (NTV)
Tomás contestó: —¡Tú eres mi dueño y mi Dios! (TLA)

«…Y Jesús le dijo: Dame de beber…» Jn 4:7. ¡Cuántos de nosotros estamos empeñados en que Jesucristo calme nuestra sed cuando deberíamos estar satisfaciéndolo a Él! Tendríamos que estar derramando nuestras vidas, entregando la totalidad de nuestro ser y no acercándonos a Él para que nos satisfaga… «Me seréis testigos…» Hch 1:8. Esto significa una vida de devoción pura, que no hace concesiones y sin restricciones para el Señor Jesús, una vida de satisfacción para Él, dondequiera que nos envíe. >Guárdate de cualquier cosa que contienda con tu lealtad a Jesucristo. El mayor rival de la verdadera devoción a Jesús es el servicio que realizamos para Él. Resulta más fácil servir que derramarle nuestras vidas completamente a Jesús. El objetivo del llamado de Dios es su satisfacción, no simplemente que hagamos algo para Él. No somos enviados para luchar a favor de Dios, sino para que Él nos use en sus batallas. ¿Estamos más dedicados al servicio que a Jesucristo mismo?

Comentario

  • La exclamación de Tomás, descrita como la primera declaración cristológica de la teología cristiana, reconoce a Jesús en dos aspectos: en su perfección humana y su naturaleza divina. Él es dséos –el único, el verdadero, el que no era conocido antes porque no se había mostrado antes de la encarnación-; y Él es kýrios -el hombre que obtuve el dominio sobre la creación por su entrega en la cruz.
  • Chambres nos advierte una vez más que nada de lo que salga de nuestra parte, ni siquiera el servicio más abnegado, tiene valor alguno si no es la manifestación de la voluntad de Dios en nosotros. Aquí no se trata de acciones; es el grado de la rendición del ego para lo que el Señor quiera hacer, lo que determina si estamos sirviendo.
  • Como discípulos somos responsables de entregarnos de esta manera, y esto incluye que transmitimos la verdad sobre la vida cristiana a otros. En un tiempo donde la Iglesia ha perdido este enfoque, donde la predicación -que es proclama de Jesucristo- trata de los beneficios que obtenemos al servir… el llamado del Señor y Dios sigue sonando tan alto como desde siempre.

 

 

 

 

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