1 Corintios 9:16
¡Ay de mí si no predico el evangelio! (NVI)
¡Qué terrible sería para mí si no predicara la Buena Noticia!
Ten cuidado de rehusarte a escuchar el llamamiento de Dios. Todo el que es salvo está llamado a dar testimonio de ese hecho. Sin embargo, este testimonio no es lo mismo que el llamado a predicar,
sino que es tan sólo una ilustración que podemos utilizar cuando predicamos. En este versículo Pablo se estaba refiriendo a los agudos dolores producidos en él por la fuerza apremiante del llamado a predicar el Evangelio. Nunca trates de aplicar a las personas que están siendo llamadas por Dios para salvación, lo que Pablo dijo con respecto al llamado a predicar. No hay nada más fácil que ser salvo, porque es la obra soberana de Dios: «Mirad a mí y sed salvos«, Is 45:22. Nuestro Señor nunca exige las mismas condiciones para el discipulado que para la salvación. Nosotros hemos sido conducidos inevitablemente a la salvación por medio de la Cruz de Cristo. Pero el discipulado lleva en sí una opción: «Si alguno…«, Lc 14:26.
Las palabras de Pablo tienen que ver con que seamos hechos siervos de Jesucristo y nunca se nos pide permiso en cuanto a qué haremos o a dónde iremos. Dios nos vuelve como pan partido y vino derramado para glorificarse. Ser apartado para el Evangelio significa poder oír el llamamiento de Dios (Ro 1:1). Cuando alguien comienza a oír ese llamado, se produce un sufrimiento digno del nombre de Cristo. De repente, toda ambición, todo deseo de la vida y todo punto de vista personal son completamente aniquilados y extinguidos. Únicamente permanece esta verdad: apartado para el Evangelio. ¡Ay del corazón que trata de encaminarse en cualquier otra dirección una vez que ha recibido el llamado! El Instituto de Entrenamiento Bíblico existe con el propósito de que cada uno pueda saber si en este lugar Dios tiene o no, a un hombre o una mujer que verdaderamente se interese en proclamar su Evangelio y para ver si Él los toma para este propósito. Una vez que el llamado de Dios se apodere de ustedes, cuídense de los llamamientos que le hacen competencia.
Comentario
- Ay… en el contexto bíblico, el oyai, más que una exclamación simbólica anuncia una desgracia inmensurable por venir. Esto es lo que prevee Pablo para el que haya recibido los beneficios del Evangelio sin querer asumir su responsabilidad para con el llamado de difundir las Buenas Nuevas.
- El llamado de proclamar, o anunciar, o predicar el Evangelio, no tiene que ver con un llamado específico a que alguien se dirija a personas o lugares. Según el Nuevo Testamento, y como también lo entiende Chambers, es inherente al poder de atracción del Evangelio. El que lo escucha con oídos abiertos lo predica a boca abierta.
- ¡Qué absurdo creer que pueda haber discípulo exento de tal llamado! ¡Qué absurdo creer que pueda haber seguidor de Cristo -«Cristiano»- sin oír y seguir al llamado del Evangelio! Jesús no solo nos destinó a llevar personas a salvación, nos llamó para hacer discípulos, llamado que multipliquen el llamado.