La disciplina de atender a su voz

Mateo 10:27

Lo que les digo en la oscuridad, díganlo ustedes a plena luz; lo que se les susurra al oído, proclámenlo desde las azoteas. (NVI)
Si les digo algo en la oscuridad, díganlo ustedes a plena luz del día. Si les cuento un secreto, cuéntenselo a todo el mundo. (TLA)

En ocasiones Dios nos hace pasar por la disciplina de las tinieblas para enseñarnos a oírlo y obedecerlo. Las aves canoras aprenden a cantar en la oscuridad y nosotros somos puestos bajo la sombra de su mano hasta que aprendemos a escucharlo (Is 49:2). «Lo que os digo en tinieblas»: Presta atención cuando Dios te ponga en la oscuridad y permanece en silencio mientras estés allí. ¿Tus circunstancias o tu relación con Dios indican que ahora mismo te encuentras a oscuras? Si es así, entonces calla. Si abres tu boca cuando no hay luz, hablarás de una manera errada; la oscuridad es un tiempo para escuchar. No hables al respecto con nadie; no leas libros para encontrar la razón de las tinieblas; sólo escucha y obedece. Si lo comentas con otras personas no podrás oír lo que Dios te está diciendo. Cuando te encuentres a oscuras, escucha; y Dios te dará un mensaje muy precioso para alguien más, una vez que salgas a la luz.

Después de cada período de oscuridad debemos experimentar una combinación de regocijo y humillación. Si sólo hay alegrías, dudo de que realmente hayamos escuchado a Dios.

Deberíamos sentir gozo por haberlo escuchado, pero especialmente humillación por tardar tanto en escucharlo. Entonces, exclamaremos: «¡Cuánto me demoré en prestar atención y comprender lo que me ha estado hablando, a pesar de que lo venía haciendo durante días e incluso semanas!» Pero una vez que lo escuchas, Él te da el don de la humillación que ablanda el corazón. Este regalo siempre te lleva a escuchar a Dios ahora.

Comentario

  • oscuridad… El contexto del pasaje da a entender que con oscuridad, el griego skotía, el Señor hace referencia a  tiempos en la vida de los discípulos donde no se ve la luz al final del túnel; tiempos de persecución, cuando mantenerse en sus caminos no trae bendición sino peligro, dolor y muerte.
  • En estos momentos, cuando más necesitamos escuchar la voz de Dios de forma sonora y clara, puede parecer apenas como un muy leve susurro. Pero hsolo si lo escuchamos en medio de la angustia, tendremos que comunicar algo cuando la luz de la mañana haya llegado.
  • Si somos verdaderamente honestos, admitiremos en seguida que el e silencio de Dios no es el silencio de Dios sino el oído obstruido por el ruido de la situación amenazante. Como ice Chambers, no es bueno hablar sobre Dios si no lo escuchamos. Una vez que seamos capaces de oír al Señor, quedamos humillados por la obstrucción espiritual que vivimos. Sólo entonces nos calificaremos como mensajeros con voz que impacta porque es eco de lo que Él nos comunicó.

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