Ganancia, no pérdida
Romanos 13:8-11 [1] No le deban nada a nadie. [2] La única deuda que deben tener es la de amarse unos a otros. El que ama a los demás ya ha cumplido con todo lo que la ley exige. [3] En la ley hay mandatos como estos: «No sean infieles en su matrimonio. No maten. No roben. No se dejen dominar por el deseo de tener lo que otros tienen.» Estos mandamientos, y todos los demás, pueden resumirse en uno solo: «Cada uno debe amar a su prójimo, como se ama a sí mismo.» El amor no causa daño a nadie. Cuando amamos a los demás, estamos cumpliendo toda la ley. [4] Estamos viviendo tiempos muy importantes, y ustedes han vivido como si estuvieran dormidos. [5] ¡Ya es hora de que despierten! Ya está muy cerca el día en que Dios nos salvará; mucho más cerca que cuando empezamos a creer en Jesús.(TLA)
- Vivimos en tiempos turbulentos. Tiempos turbulentos también eran los que vivían Pablo y sus contemporáneos. Tiempos en los que es necesario consolidar lo que uno tiene, ante todo, pagar lo que debe, porque no se sabe en qué momento podrían tocar a la puerta para cobrar la deuda. Pero lo que sigue hace claro que el apóstol no sólo piensa en términos monetarios.
- Está hablando de una deuda que siempre tendremos, no importa cuánto abonaremos a la cuenta de los acreedores. Es la deuda del amor que les debemos y no podremos amar suficiente para saldarla.
- Claro está, si calculamos el monto de la deuda según la ley, según los mandamientos, ya tuviéramos lo suficiente. Estamos de acuerdo en que no haremos nada de lo que la ley nos prohíbe. No causaremos daño a nadie, así que, si sólo se tratara de satisfacer aquellas condiciones, seríamos libres de deudas.
- Pero ay, estamos viviendo como si estuviéramos dormidos. No hemos reconocido al carácter del tiempo en el que vivimos. Cosas importantes están pasando, de hecho, ya estuvieron pasando en tiempos de Pablo, estuvieron pasando desde aquel día de una cruz levantada en Gólgota. No nos dimos cuenta de que la deuda aumentó cada día, aumentó con cada ser humano al deberíamos amar lo suficiente para hacerlo uno de los nuestros.
- Tiempo de despertarse. Para cada uno se acerca el día en el que la salvación prometida se hará realidad. En la vida de cada uno, este día es ahora tanto más cercano que cuando por primera vez recibió la gracia del Señor.
Conclusión: Si es así como Pablo dice, entonces éste es un mensaje de urgencia. Los días pasan, los años pasan, la deuda crece en lugar de disminuir. Qué este sea el momento de hacer cálculo: ¿cuánto le debo a cada uno de mis hermanos y hermanas en amor? Y, sobre todo, ¿cuánto le debo a estos que no han podido llegar a ser mis hermanos y hermanas en Cristo porque no me preocupé en anotarlos en mi libreta? Una cosa es cierta, Dios tiene registrados sus nombres, así como tiene inscrito al mío, a los de todos nosotros, como agentes suyos que deben llevar consigo cofres llenos de buenas nuevas. Cristo murió por ellos, pero todavía no les hemos pagado esa deuda. ¡Hagamos Misiones!
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